Guatemala tiene un largo camino por recorrer antes de que la palabra "ambientalista" sea un término familiar. Desgraciadamente es común ver basura dispersa a lo largo de la carretera o incluso ver cómo es arrojada por la ventana por pasajeros en carros o buses. En este país se carece de una protección y de una educación medioambiental apropiada; la mayoría de guatemaltecos prefieren talar bosques y sembrar cultivos en lugar de proporcionar una verdadera protección a los recursos naturales.
Aun así, no toda la esperanza está perdida. El presidente Vinicio Cerezo Arévalo, quien ejerció su cargo desde 1986 hasta 1991, ayudó a que el gobierno invirtiera más en temas ambientales. Él se encargó de establecer la enorme Reserva Biósfera Maya y presionó la legislación medioambiental a través del congreso. Otros activistas ambientales han trabajado muy duro para traer una mejor protección a Guatemala e incluso algunos han perdido sus vidas en el proceso; efectivamente, cuando se debe enfrentar a poderosas agrupaciones agrarias, ganaderos y carteles de droga, el ambientalismo puede ser bastante peligroso. Aunque el país tiene un largo camino por recorrer, poco a poco se acerca a una atención seria en la creación y protección de reservas naturales.
Deforestación
En algún punto en el pasado la mayor parte del territorio guatemalteco estaba cubierto por bosques. De hecho, el nombre Maya Tolteca de Guatemala se traduce como "tierra de árboles", la geografía y el clima del país hacen que sea posible mirar el paisaje, pero uno nunca sabe que ahora; sin embargo, desde los tiempos Mayas los bosques se han talado y han sido utilizados para satisfacer otras necesidades. En 2001 el 40 por ciento del país todavía permanecía cubierto de bosques, para el 2005 se redujo al 37 por ciento y finalmente en el 2011 quedaba un 33,7 por ciento. Efectivamente entre el año 1990 y 2010 Guatemala perdió aproximadamente 134.795 hectáreas o un 1,15 por ciento de sus bosques, por año.
Las llanuras del Caribe han sufrido la transformación de sus bosques a plantaciones de banano, mientras que los bosques de la vertiente del Pacífico han cedido a las plantaciones de café y la caña de azúcar. Las montañas guatemaltecas han sido cultivadas desde los tiempos Mayas.
Gran parte de estas pérdidas se dieron en Petén, donde los incentivos del gobierno motivados por una población creciente han contribuido a la explotación de las tierras de la parte norte de Petén. De hecho, la lucha por los bosques de Guatemala está tomando protagonismo en éste departamento. Las secciones del sur y del centro están casi completamente deforestadas, lo que ha provocado un declive en la precipitación anual y en la extensión variable de las épocas secas y/o lluviosas. El tercio norte de Petén se encuentra protegido por la Reserva Biósfera Maya. Aun así, continúa habiendo una presión para impulsar el desarrollo en esta reserva y todavía se dan casos de deforestación y ocupación de tierras ilegalmente.
A menudo se da la tala de bosques para dar espacio a la agricultura de subsistencia en una práctica conocida como la agricultura de roza y quema. Con esta técnica los bosques son talados y quemados; la ceniza y la tierra ricas en nutrientes permiten el fácil crecimiento de los cultivos, pero sólo por unos cuantos años. Una vez que la tierra se vuelva poco productiva, se debe recurrir a nuevas secciones del bosque para repetir esta práctica, continuando el ciclo año tras año hasta que los bosques son transformados en un desierto.
Hoy en día, se tiene esperanza en que los guatemaltecos contemporáneos aprendan de sus antepasados Mayas, los cuales por poco fueron empujados al borde de la extinción por la disminución de los recursos a raíz de la deforestación masiva. Se cree que una de las causas del colapso de la época clásica Maya fue una sequía provocada por la deforestación en las tierras bajas tropicales. Esta sequía pudo haber conducido a una guerra entre las ciudades-estado ansiosas por reclamar los escasos recursos.
Recursos acuíferos y calidad del aire
De acuerdo a las cifras de la ONU, alrededor de un cuarto de los guatemaltecos carecen de acceso a agua potable segura. En las áreas rurales, la cifra está cerca del 50 por ciento. Muchas ciudades sí tienen sistemas de alcantarillado, pero el tratamiento de aguas residuales es casi inexistente; a menudo las aguas residuales son desechadas en lagos, ríos y océanos. Además, los agroquímicos utilizados en varias operaciones agrícolas también contaminan los sistemas de aguas.
Ciudad Guatemala es bastante grande y el aire no siempre es el mejor. Mucho de esto se debe a los viejos autobuses de estilo escolar que forman la columna vertebral de la red de transporte del país. Estos buses funcionan con diésel y por lo tanto emiten gases contaminantes; sin embargo, se ha estado trabajando en reformas para reemplazar los autobuses viejos por vehículos nuevos que reduzcan las emisiones. La contaminación industrial y la quema de basura también contribuyen al smog citadino. Durante la época lluviosa, la precipitación de cada tarde ayuda a limpiar la atmósfera de la contaminación.
En otras partes del país, la calidad del aire puede ser bastante buena, especialmente en las zonas altas; aunque las erupciones volcánicas y las prácticas agrícolas de roza-quema también podrían generar una atmósfera contaminada en las áreas rurales.
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