En Cuba, el culto a Hemingway es bastante fuerte. Mientras se pasea por las calles adoquinadas de La Habana, usted podrá apreciar librerías pregonando sus novelas y museos dedicados al autor, quien solía ser conocido localmente como "Papa". Los bares honrran a Hemingway con sus tragos característicos y estatuas de bronze, y hay tours que visitan los lugares que solía habitar, trabajar, y pescar. Ya sea que usted es un fanático de Hemingway o simplemente disfruta de unas cuantas de sus historias, explorar la relación entre Hemingway y Cuba es completamente fascinante.
Hemingway vivió a ratos en Cuba por más de 30 años. No es de extrañar, que el gestalt cubano - una conglomeración de su gente, lugares, clima, cultura, e historia - se abren paso entre las famosas historias de Hemingway. Cuba constituye un lugar en el que el célebre escritor pescó, escribió, deambuló, y amó. Hemingway era estadounidense, pero él sigue siendo una de las figuras mejor conocidas en la historia cubana, junto con Fidel Castro, el Che Guevara, y José Martí. Esto, indudablemente, se debe gracias a la propapagnda del gobierno, el cual utiliza la experiencia de Hemingway en Cuba como una forma de atraer turistas. Aún así, es simplemente fascinante aprender más sobre este característico hombre y el mito, y descubrir qué era lo que lo mantuvo apegado a este país por más de tres décadas.
Hemingway visitó Cuba por primera vez en el año 1928 mientras hacía escala en su camino hacia España. Él pasó tres días en La Habana y se alojó en el Hotel Ambos Mundos, el cual constituiría su residencia para cada una de sus visitas durante la próxima década. Él regresó a Cuba posteriormente en el año 1932 — esta vez llevó a dos de sus amigos con él, y los tres pescaron pez vela en la Costa del Golfo. En el año 1939, Hemingway regresó a Cuba y vivió en el Hotel Ambos Mundos. Fue durante este período que se separó de su esposa, Pauline. Posteriormente, él llegaría a conocer a la mujer que se convertiría en su tercer esposa, Martha Gellhorn.
La pareja compró la Finca Vigía, una residencia de un solo piso situada en un hermoso terreno justo en las afueras de La Habana. Hemingway pasó casi 20 años en este hogar. Él solía viajar a Cuba durante el invierno para escapar de las nieves de Idaho y continuar con su trabajo. Fue aquí que Hemingway escribió Islas a la Deriva, París era una Fiesta, y El Viejo y el Mar. A día de hoy, usted puede visitar su hogar-museo y apreciar los cuartos en los que Hemingway escribió, leyó, y durmió.
En el año 1942, Hemingway hizo una propuesta a la embajada de Estados Unidos en La Habana — él deseaba convertir a su barco de pesca, el Pilar, en un cazador de nazis. Él alegaba que iba a abastecer su bote con ametralladoras y una tripulación entrenada. Ostensiblemente, el barco se encargaría de recolectar especímenes para el Museo Americano de Historia Natural, pero en realidad cumpliría la función de explorar por botes Nazis. El plan fue aprobado, y el Pilar zarpó desde la costa norteña de Cuba poco después. Gregorio Fuentes, quien ayudó a operar el barco desde 1938 hasta la muerte de Hemingway, formó parte de la aventura. Los dos hombres patrullaron los cayos del norte por dos años, y en varias ocasiones fueron capaces de divisar embarcaciones Nazi. Toda la aventura serviría como un sustrato para la novela de Hemingway: Islas a la Deriva.
La llegada de la Guerra Fría obligó a Hemingway a decidir entre Estados Unidos y Cuba, e impresionantemente, eligió la última opción. Él partió en el año 1960; un años después de la destitución de Batista. Posteriormente, regresó a Idaho y se suicidó en el mes de julio del año 1961.
Después de la muerte del autor, el gobierno de Castro se apropió de la Finca Vigía. Sin embargo, Hemingway le había dejado esta propiedad a su cuarta esposa, Mary Welsh. El gobierno le permitió a Mary llevarse la mayoría de sus manuscritos y cartas, pero tuvo que dejar el resto del hogar tal y como se encontraba. El hogar volvió a abrir sus puertas 20 años después bajo la forma de un museo.
Ha habido mucha especulación sobre la posición de Hemingway con respecto a la Revolución. En Cuba, Hemingway es retratado como un solidario del movimiento guerrillero de Castro; existen unas cuantas frases que parecen apoyar esta idea. Su viuda, Mary Welsh, dijo que "Hemingway siempre estuvo a favor de la Revolución". Además, en algunas de sus novelas Hemingway aparenta simpatizar hacia la causa revolucionaria. En Islas a la Deriva, la cual fue escrita durante la era de Batista, Hemingway escribió: "Hay una tiranía verdaderamente sanguinaria que se extiende sobre cada pequeña aldea en el país". Sin embargo, en el mismo libro, un personaje dice: "Los cubanos… se crucifican entre ellos. Se delatan entre ellos. Han recibido lo que se merecen. Al diablo con sus revoluciones."
Durante su vida, Hemingway nunca discutió abiertamente si apoyaba a Fidel o a la Revolución. Sin embargo, después de su muerte, el régimen de Castro retrató a Hemingway como un simpatizante de los revolucionarios. Incluso, Castro llegó al punto de exclamar que, "Todos los trabajos de Hemingway son una defensa de los derechos humanos", y también alegó que Por Quién Doblan las Campanas inpiró su propia guerrilla durante la lucha en contra de Batita.
Por lo tanto, resulta interesante notar que Hemingway y Castro se vieron las caras sólamente una vez. Esto ocurrió durante el Décimo Torneo Anual de Marlines de Ernest Hemingway en 1960. Castro, que para ese entonces se trataba del nuevo líder de Cuba, se suponía que iba a entregar el trofeo al campeón del torneo. Sin embargo, él terminó pescando el marlín más grande y ganó el premio. Existen un gran número de joviales fotografías del encuentro entre Hemingway y Castro, pero ha sido reportado que sólamente tuvieron una conversación superficial en medio de las formalidades.
Hoy en día, usted podrá encontrar al fantasma de Ernest Hemingway en un gran número de lugares. Entre estos, los principales son los museos dedicados al gran escritor.
El Museo de Ernest Hemingway se ubica en la Finca Vigía justo en las afueras de La Habana. Lo que una vez conformó el hogar de Hemingway durante más de veinte años, ahora es un maravilloso museo. Los turistas no tiene permitida la entrada al interior, pero usted podrá echar vistazos a través de las puertas y las ventanas para apreciar la casa a como Hemingway supuestamente la dejó por última vez. Sus colecciones de libros y revistas adornan el hogar, al igual que las cabezas de los animales que solía cazar él mismo. La Finca Vigía también es el hogar del histórico bote, el Pilar.
Durante la década de 1930, Hemingway frecuentemente se alojó en el Hotel Ambos Mundos. Desde su cuarto en el quinto piso, Hemingway disfrutó de hermosos paisajes del puerto y de Habana Vieja. De acuerdo a la historia, Hemingway comenzó Por Quien Doblan Las Campanas en el cuarto número 511. A día de hoy, este cuarto se ha convertido en un pequeño museo, retratado de acuerdo a como el autor lo dejó por última vez. El vestíbulo del hotel está adornado con varias fotografías enmarcadas de Hemingway.
Ubicado a tan sólo 10 kilómetros de La Habana, el pequeño pueblo pesquero de Cojimar es donde Hemingway solía acoplar su bote, el Pilar. El pueblo brindó inspiración para El Viejo y el Mar, y también fue el hogar de Gregorio Fuentes, el compañero de pesca de Hemingway que pudo haber sido el modelo para el personaje de Santiago en la novela. Fuentes falleció en el año 2002 con una edad de 104 años. Cojimar también alberga a La Terraza, un bar-restaurante en el que Hemingway frecuentaba después de un largo día en el agua. Es algo turístico, pero aún así es un lugar divertido para comer un bocadillo. En las cercanías hay un busto de Hemingway - en el año 1962, los pescadores locales donaron metal de sus botes para asegurar su realización.
La marina de La Habana fue nombrada en honor a Hemingway y es el lugar en el que se lleva a cabo el torneo de pesca anual de Gemingway. El torneo comenzó en el año 1950, y en los primeros tres años fue él mismo quien ganó el trofeo. La pesca se tuvo que detener durante los tumultosos años de 1961 y 1962, pero se renaudaron en 1963 después de la invasión de la Bahía de Cochinos. Ahora en su 65avo año, el torneo logra atraer a pescadores de todas partes del mundo, quienes visitan este lugar para pescar marlines, atunes, y petos.
No es un secreto que Hemingway amaba beber, y actualmente existen dos bares en La Habana Vieja que mantienen su memoria con vida - El Floridita y La Bodeguita del Medio. En La Bodeguita, usted podrá apreciar de graffiti en la pared que suele atribuirse al escritor. Y dice así, "Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita". Es cuestionado el hecho de que esto haya sido verdaderamente escrito por Hemingway, o si más bien se trató de un truco de mercadeo después de la muerte del escritor. No obstante, Hemingway sí adoraba estos dos bares, y visitarlos es una forma divertida de pasar una tarde o una velada.
El Floridita se ubica cerca del Parque Cantral. El bar-restaurante abrió por primera vez en el año 1819, y en la década de 1950, la revista Esquire nombró a El Floridita como uno de los mejores bares en el mundo. Ya no es lo que solía ser, pero todavía posee cierto atractivo antiguo. El lugar exhibe una atmósfera sofisticada con su estética de la década de 1930. Los bármanes visten con papillones y sirven bebidas heladas a través del bar de caoba.
Mientras Hemingway vivía en La Habana, este bar solía ser el mejor lugar de estar para él. El escritor solía visitarlo para beber y conversar, e incluso llevó a un gran número de intelectuales importantes a El Floridita, incluyendo a Tennessee Williams y a Jean-Paul Sartre. Se dice que Hemingway adoraba los daiquirís del bar especialmente, y en la actualidad El Floridita sigue vendiendo cientos de ejemplares de esta sabrosa bebida con ron y cítricos. Definitivamente, este es el trago que tendrá que ordenar aquí; es turístico y costoso, pero el atractivo de beber uno de los tragos favoritos de Hemingway en uno de sus bares favoritos es irrefutable. Sin embargo, los daiquirís propios de Hemingway solían servirse sin azúcar, dado a que él sufría de diabetes.
Hay una grande estatua de bronze de Hemingway apoyada sobre el bar El Floridita - los turistas posan junto a ella y se toman fotografías con sus brazos rodeando al legendario autor. Las fotografías de Hemingway, incluyendo una con Fidel, rodean el abr. Mientras se encuentre aquí, usted podrá ver personas fumando cigarros y bebiendo ricas bebidas heladas. A menudo habrá música en vivo, y los poetas locales a veces venderán poemas escritos a mano a los patrones del bar.
El otro bar que tendrá que visitar es La Bodeguita del Medio. Ubicado justo a media cuadra de La Catedral, este bar originalmente fue un patio para carruajes de un hogar adyacente. Eventualmente se convirtió en una bodega, donde el propietario Ángel Martínez solía vender comida y bebidas a los locales. En la década de 1950 exhibía un atractivo bohemio, atrayendo a escritores, músicos, y periodistas a su humeante interior. Algunos de los visitantes pasados incluyen a Pablo Neruda, Salvador Allende, Nat King Cole, Gabriel García Márquez, y por supuesto, a Ernest Hemingway.
La Bodeguita es famosa por constituir el lugar de nacimiento del mojito, aunque esta alegación es cuestionada en gran medida. Independientemente de esto, es un lugar bastante divertido para detenerse y beber un trado mientras deambula por La Habana Vieja. Las paredes de La Bodeguita están cubiertas con firmas de sus visitantes, de las cuales algunas se remontan décadas en el ásado. Antiguos afiches y fotografías de famosos patrones (incluyendo a Hemingway) cuelgan de las paredes. Además, usted también podrá disfrutar de algunos músicos cantando cerca del frente del bar.
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